Los aceites esenciales son sustancias químicas biosintetizadas por las plantas, que dan el aroma característico de las flores, árboles, frutos, hiervas, especias, semillas, etc. Se tratan de productos químicos intensamente aromáticos con características terapéuticas para el organismo del ser humano, en el cual pueden actuar de modo farmacológico, fisiológico y psicológico.

El término “aceites esenciales” también se aplica a las sustancias sintéticas similares preparadas a partir de alquitrán de hulla, y a las sustancias semisintéticas preparadas a partir de los aceites esenciales naturales. Algunas de las características de estas sustancias son que, a temperatura ambiente son líquidos o resinosos, en su mayoría insolubles en agua pero fácilmente solubles en alcohol, éter y aceites vegetales o minerales.

Cada aceite tiene una identidad, un aroma y unas características propias, incluido un perfil terapéutico propio. Cuando se mezclan unos aceites con otros, aparte de mezclar los aromas, también se están mezclando sus propiedades y beneficios, consiguiendo así un resultado mayor. Algunas de las propiedades beneficiosas de los aceites esenciales es que son antidepresivos, afrodisiacos, relajantes, descongestivos, buenos para la piel, el cabello, etc.

El motivo por el cual las esencias naturales influyen en nuestro organismo es porque contienen una composición química parecida a la de las hormonas, por lo que son capaces de activar la producción de hormonas en nuestro cuerpo, activar el metabolismo e incluso influir en las emociones. Esto es debido a que, cuando olemos el aroma que despiden los aceites esenciales, se genera un movimiento vibratorio molecular que se transmite a los receptores de nuestro sistema nervioso, los cuales están conectados al cerebro por medio del sistema límbico, que es el encargado de controlar las emociones, la memoria y la intuición.